domingo, 24 de julio de 2011

E S T R É S

Llamamos estrés a la respuesta del organismo ante una situación amenazante. Que puede ser real o imaginada. En tales circunstancias aparece una reacción general de adaptación que tendrá respuestas psicológicas, neuro- vegetativas (secreción de adrenalina) y endocrinas, que  servirán para resolver la situación de amenaza.  Pero  en algunas circunstancias la situación de amenaza sobrepasa las  respuestas de adaptación del individuo y se producen trastornos que ocasionan sufrimiento y enfermedades.  

TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO


Muchas personas después de experimentar un impacto psicológicamente traumático ( fuera de los límites de la experiencia humana usual) desarrollan una serie de manifestaciones desagradables como recuerdos angustiantes recurrentes, sueños desagradables, dificultad para concentrarse,  insomnio, dolor en el pecho, palpitaciones, intranquilidad, etc.

Los sucesos traumáticos pueden ser muy variados, como:

ü  Amenaza a la vida o a la integridad física de la persona o de sus seres queridos, como sucede en un accidente de transito, un atraco o  una violación.

ü  Destrucción súbita del hogar o de la comunidad, como en las catástrofes naturales o provocadas: terremotos, inundaciones,  incendios, explosiones, etc.

ü  Presenciar   y observar  como lesionan a otra persona y queda gravemente herida o muerta.

Posterior al suceso traumático, en el término de unos días o semanas,  la persona que sufrió el estrés  comienzan a mostrarse angustiadas, inquietas,  temblorosas, tensas, sudorosas,  con palpitaciones, no pueden dormir bien y si se quedan dormidas sueñan repetidas veces con el hecho traumático, despertando sobresaltadas. Pasan los días y no puede sacar de su mente la escena traumática, la viven  como una  película una y otra vez. Actúan y sienten como si la experiencia estresante estuviese sucediendo de nuevo, es como una sensación de revivirla. Algunas veces quedan atónitas, perplejas como paralizadas y sin  respuesta.

A veces la persona no recuerda claramente lo ocurrido.

Es común que esta situación dure días, semanas y hasta meses y puede quedar con temor persistente a los estímulos asociados con el hecho traumático, evitando las actividades o situaciones que recuerden lo sucedido; quedan con miedo ante las cosas que se lo revivan o lo  asemejen. Tuvimos un paciente adolescente que en una riña hirió de muerte, con una navaja,  a un individuo  que lo agredía. Este muchacho pasó un mes sin dormir  e intentó suicidarse, él temblaba de miedo cada vez que veía una navaja o algo parecido.

La mayoría de las veces los síntomas van cediendo progresivamente  y  la persona vuelve a la normalidad en unos 3 a 4 meses, pero en algunos casos puede pasar hasta un año con este sufrimiento. En algunos casos, el trastorno  de  estrés postraumático deja como secuela una depresión y la mayoría de las veces, si no son tratadas adecuadamente, quedan con una  fobia. Cuando decimos una fobia nos referimos a un miedo irracional, un  miedo que la persona sabe que no es lógico, como el que relatamos del joven que tenía miedo a las navajas. Él sabia que no era racional, pero no podía evitar temblar y sudar cada vez que veía una.

Es importante el tratamiento precoz de este problema,  porque de lo contrario las manifestaciones se hacen crónicas o permanentes y son más difíciles de corregir.  

El trastorno de estrés postraumático se empezó a estudiar de forma sistemática después de la primera guerra mundial, porque muchos soldados que presenciaban situaciones de terror desencadenaban síntomas de ansiedad y fobia. Desde entonces se ha acumulado gran cantidad de trabajos  que sugieren muchas formas de tratar este problema, las más efectivas han resultado las terapias  cognitivas y conductuales. Más específicamente las técnicas de la Desensibilización Sistemática de Wolpe y de Inoculación Gradual de Estrés de Meichenbaum,  han sido muy efectivas.     Pero también se emplean medicamentos como los betabloqueantes, los inhibidores de la recaptación  de la serotonina y los ansiolíticos, en casos muy intensos.  

El tratamiento debe iniciarse lo antes posible:

Ø  Permitir las expresiones emocionales del paciente,

Ø  Ayudarlo a redefinir sus reacciones y su papel de victima,

Ø  Contar con el apoyo familiar  

Ø  Incorporarlo lo antes posible a sus labores habituales.

Durante la segunda guerra mundial se dieron cuenta de  que los soldados que presentaban esta reacción y se separaban definitivamente del frente de batalla, presentaban con mayor frecuencia secuelas o fobias que los que se enviaban de nuevo al frente;  lo cual confirmaba el consejo de los vaqueros del lejano  oeste norteamericano que dice: “debes subirte de nuevo al mismo  caballo que te tumbó”




Puede solicitar información adicional comunicándose con:

  Dr. Ricardo Castro

Tel celular 0414 469 1975 y 0412 343 1975


           castroricardiricardo@hotmail.com